El control del tabaco es una estrategia de salud pública que busca reducir el consumo de productos derivados del tabaco y prevenir sus efectos nocivos en la población. En sus acápites aborda los aspectos generales de esta problemática, como la historia, la epidemiología, los factores de riesgo, las consecuencias sanitarias, sociales y económicas, y las políticas y medidas adoptadas a nivel nacional e internacional para hacer frente a este desafío.
En este artículo nos adentraremos en las particularidades de este conjunto de políticas públicas que tienen como objetivo el control del tabaco y la reducción de las consecuencias sanitarias, sociales y económicas.
Medidas que se aplican para reducir el consumo de productos derivados del tabaco y sus efectos nocivos en la salud pública:
- La regulación de la producción, distribución, venta y publicidad de los productos del tabaco.
- La implementación de políticas fiscales y precios que desincentiven el consumo de tabaco.
- La creación de espacios libres de humo de tabaco en lugares públicos y de trabajo.
- La promoción de programas de cesación tabáquica y de apoyo a los fumadores que quieren dejar el hábito.
- La educación y sensibilización de la población sobre los riesgos del tabaquismo y los beneficios de su abandono.
¿Cuándo surgen las primeras medidas para el control del tabaco y para qué?
El tabaco es una planta originaria de América que fue introducida en Europa por los conquistadores españoles en el siglo XVI. Su uso se extendió rápidamente por todo el mundo, tanto por sus supuestas propiedades medicinales como por su efecto estimulante y placentero.
Sin embargo, no tardaron en aparecer las primeras voces críticas que alertaban sobre los riesgos del tabaco para la salud. Ya en el siglo XVII, el médico español Nicolás Monardes escribió un tratado sobre las enfermedades que causaba el tabaco, como la tos, el asma, el cáncer y la impotencia. También el rey Jacobo I de Inglaterra publicó un ensayo titulado «Un contrafuego al tabaco», en el que lo calificaba de «repugnante al olfato, dañino al cerebro y peligroso para los pulmones».
Estas advertencias no tuvieron mucho eco entre la población, que seguía consumiendo tabaco con entusiasmo. Sin embargo, algunos gobiernos empezaron a tomar medidas para restringir su comercio y su uso, motivados por razones morales, religiosas, económicas o políticas. Por ejemplo, el zar Miguel I de Rusia prohibió el tabaco en 1634 y castigaba a los infractores con azotes, destierro o mutilación. El sultán Murad IV de Turquía fue más allá y ordenó ejecutar a los fumadores en 1638. En China, el emperador Chongzhen también prohibió el tabaco en 1641 y amenazaba con decapitar a los contrabandistas.
Estas medidas represivas no lograron erradicar el tabaquismo, sino que lo convirtieron en una práctica clandestina y rebelde. Además, algunos países se beneficiaban del lucrativo negocio del tabaco y lo fomentaban con impuestos, monopolios o propaganda. Así, el tabaco se consolidó como un producto de consumo masivo y global, que alcanzó su apogeo en el siglo XX.
El control del tabaco en el siglo XX
El siglo XX fue testigo de un aumento espectacular del consumo de tabaco, especialmente entre las mujeres y los jóvenes. El desarrollo de la industria tabacalera, la invención de la máquina de liar cigarrillos, las dos guerras mundiales, el cine, la publicidad y la moda contribuyeron a crear una imagen positiva y atractiva del tabaquismo.
No obstante, también fue el siglo en el que se produjeron los avances científicos más decisivos para demostrar los efectos nocivos del tabaco sobre la salud. En 1950, los médicos británicos Richard Doll y Austin Bradford Hill publicaron un estudio pionero que establecía una relación causal entre el tabaquismo y el cáncer de pulmón. En 1964, el cirujano general de Estados Unidos emitió un informe histórico que confirmaba esta relación y añadía otras enfermedades asociadas al tabaco, como las cardiovasculares o las respiratorias.
Estos hallazgos supusieron un punto de inflexión en la percepción social del tabaco y en la actitud de los gobiernos hacia su regulación. A partir de entonces, se inició un movimiento global de control del tabaco que buscaba proteger la salud pública mediante medidas legislativas, educativas e impositivas. Algunas de estas medidas fueron:
- La prohibición o restricción de la publicidad, el patrocinio y la promoción del tabaco.
- El aumento de los impuestos al tabaco para encarecer su precio y desincentivar su consumo.
- La obligación de incluir advertencias sanitarias en los envases de los productos de tabaco.
- La prohibición o limitación de fumar en lugares públicos cerrados para proteger a los no fumadores del humo de segunda mano.
- La creación de programas y servicios de ayuda para dejar de fumar.
- La realización de campañas de información y sensibilización sobre los riesgos del tabaco y los beneficios de su abandono.
El control del tabaco en el siglo XXI
El siglo XXI ha supuesto un nuevo impulso al control del tabaco, gracias al desarrollo de instrumentos jurídicos internacionales que establecen un marco común y vinculante para los países que los suscriben. El más importante es el Convenio Marco de la Organización Mundial de la Salud para el Control del Tabaco (CMCT), un tratado internacional que tiene como objetivo proteger a las generaciones presentes y futuras de las consecuencias devastadoras del consumo de tabaco y de la exposición al humo de tabaco.
Fue adoptado por la Asamblea Mundial de la Salud en 2003 y entró en vigor en 2005. Hasta la fecha, ha sido ratificado por 182 países, que representan más del 90% de la población mundial.
El CMCT establece una serie de principios y medidas para el control del tabaco, basados en la evidencia científica y en el respeto a los derechos humanos. Entre ellos se encuentran:
- La adopción e implementación de medidas legislativas, ejecutivas, administrativas y judiciales para prevenir y reducir el consumo de tabaco, la dependencia y la exposición al humo de tabaco.
- La cooperación internacional y regional para el control del tabaco, incluyendo el intercambio de información, experiencias y recursos técnicos y financieros.
- La protección de las políticas públicas de salud frente a los intereses comerciales y otros intereses creados de la industria tabacalera.
- La participación activa de la sociedad civil y de otros sectores relevantes en el diseño e implementación de las políticas y medidas para el control del tabaco.
- La promoción de la investigación, la vigilancia y el intercambio de información sobre el consumo de tabaco, sus determinantes y sus consecuencias sanitarias, sociales, económicas y ambientales.
Las medidas para reducir el consumo de tabaco se basan en dos estrategias principales: la prevención y el tratamiento. La prevención consiste en evitar que las personas empiecen a fumar o que lo hagan con frecuencia o intensidad. El tratamiento consiste en ayudar a los fumadores a dejar de fumar o a reducir su dependencia del tabaco.
Entre las medidas preventivas más efectivas se encuentran:
- El aumento de los impuestos al tabaco, que encarece el precio y reduce la accesibilidad y la demanda de los productos de tabaco.
- La prohibición o restricción del marketing y la publicidad del tabaco, que reduce la exposición y la influencia de los mensajes pro-tabaco y evita que se capten nuevos consumidores, especialmente entre los jóvenes.
- La prohibición o limitación del consumo de tabaco en lugares públicos cerrados o abiertos, que protege a los no fumadores del humo ajeno y crea entornos libres de humo que favorecen el abandono del hábito.
- Las advertencias sanitarias en los paquetes de tabaco, que informan sobre los riesgos del tabaquismo para la salud y motivan a los fumadores a dejar de fumar.
- Las campañas de educación y prevención del tabaquismo, que sensibilizan sobre los efectos nocivos del tabaco y promueven estilos de vida saludables.
Entre las medidas de tratamiento más efectivas se encuentran:
- El asesoramiento y el apoyo psicológico, que ayudan a los fumadores a afrontar los síntomas de abstinencia, a cambiar sus actitudes y creencias sobre el tabaco y a desarrollar habilidades para resistir la tentación de fumar.
- Los medicamentos y las terapias de reemplazo de nicotina, que alivian los síntomas de abstinencia y reducen el deseo de fumar, facilitando el proceso de cesación.
- Las terapias alternativas, como la acupuntura, la hipnosis o la meditación, que pueden complementar las intervenciones anteriores y mejorar el bienestar físico y mental de los fumadores que quieren dejar de fumar.
¿En qué consiste OMS Tabaco 2023?
OMS Tabaco 2023 es una iniciativa global lanzada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 2018, con motivo del Día Mundial Sin Tabaco. Su objetivo es apoyar a los países en la implementación del CMCT y en el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) relacionados con el control del tabaco. Se basa en cuatro pilares:
- El liderazgo político, que implica el compromiso y la voluntad política de los gobiernos para adoptar e implementar medidas efectivas para el control del tabaco.
- El empoderamiento social, que implica el fortalecimiento de las capacidades y la movilización de los actores sociales para participar activamente en el control del tabaco.
- La innovación técnica, que implica el desarrollo y la aplicación de nuevas herramientas, métodos y soluciones para mejorar el control del tabaco.
- La rendición de cuentas, que implica el seguimiento, la evaluación y la comunicación del progreso y los resultados del control del tabaco.
OMS Tabaco 2023 propone una serie de metas e indicadores para medir el avance hacia un mundo libre de tabaco. Entre ellos se encuentran:
- Reducir en un 30% el consumo de tabaco entre las personas mayores de 15 años para el año 2025.
- Aumentar el precio de los productos de tabaco mediante impuestos que representen al menos el 75% del precio de venta al público.
- Prohibir toda forma de publicidad, promoción y patrocinio del tabaco a nivel nacional e internacional.
- Implementar medidas efectivas de prevención y tratamiento de la dependencia del tabaco, incluyendo el acceso a servicios de cesación y terapias de reemplazo de nicotina.
- Proteger a la población de la exposición al humo de tabaco ambiental en todos los espacios públicos cerrados, lugares de trabajo y medios de transporte.
- Apoyar la implementación del Convenio Marco de la OMS para el Control del Tabaco y sus protocolos adicionales.
- Fortalecer la vigilancia y el monitoreo del consumo de tabaco y sus consecuencias sanitarias, económicas y sociales.
Resultados de las medidas aplicadas hasta la fecha para el control del tabaco
Para evaluar el impacto de las medidas aplicadas hasta la fecha para el control del tabaco, se han realizado diversos estudios que analizan indicadores como la prevalencia de fumadores, el consumo medio de cigarrillos, la exposición al humo ambiental, la mortalidad atribuible al tabaquismo y el gasto sanitario derivado de las enfermedades relacionadas con el tabaco.
Los resultados de estos estudios muestran que las medidas aplicadas han tenido un efecto positivo en la reducción del consumo de tabaco y sus consecuencias, aunque todavía queda mucho por hacer para alcanzar los objetivos propuestos por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en el Convenio Marco para el Control del Tabaco (CMCT). Déjanos en los comentarios tu opinión al respecto. Gracias por leernos.